Un amigo de papel

Carta Nº2

Si creías que aquella carta sería la primera y la última, estas palabras son la prueba de que no será así.

Abrí los ojos esta mañana y observando el techo de mi habitación, en particular el ventilador que pende de él, sumido en una inmovilidad invernal, y estas palabras vinieron a mi mente. Corrí a escribirlas porque siento que son para ti.

Otro de los amigos de papel en mi camino ha sido Víctor Frankl desde su libro El hombre en busca de sentido. En él Víctor nos cuenta una parte de su historia que tuviera un peso enorme en su vida y ahora me atrevo decir en la vida de muchos, muchos de los que pululamos en el planeta tierra

No sé por qué, pero quiero contarte que estoy visiblemente emocionado el escribirte y me ciño a sentirlo y nada más. Quizás algún día, o no, me dé cuenta el por qué. Hoy no es indispensable llegar a esa conclusión

Te cuento que Víctor fue un neurólogo y psiquiatra que vivió unos años, concretamente de 1942 a 1945 en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau. En su libro nos cuenta todas las experiencias vividas y sobre todo su particular observación de lo que le sucedía también a los demás desde su perspectiva profesional de la que no se podía despegar puesto que era parte de su esencia.

Quiero pedirte perdón si lo que te escribo es redundante para ti, si ya lo sabes o lo recuerdas, pero estoy aprendiendo a hacer caso a mis impulsos, unos nuevos, no los mentales como antes sino unos de otra clase unos que vienen de un lugar desconocido hasta ahora para mí.

Víctor realmente hizo un relato minucioso del dolor humano ¿Qué tipo de dolor? ¿Qué más da? Sabes que son iguales El dolor físico y el dolor emocional solo se diferencian en que el segundo como no podemos ubicarlo en una zona determinada, no le damos la importancia necesaria y lo arrumbamos en un rincón para ocuparnos de él “cuando tengamos tiempo” o quizás nunca. Nadie duda en ir al médico cuando siente un dolor punzante en el abdomen y ni te cuento si es cerca del corazón. Pero cuando tenemos un DOLOR PUNZANTE de esos otros, que nos quema por dentro, solo nos dedicamos a padecerlo u a ocultarlo hasta creernos nosotros mismos que no existe. Es entonces que nos convertimos en maestros de la desconexión. ¿Sabías que el cuerpo humano tiene un sistema de protección que cuando siente mucho dolor produce morfina y ante un gran flujo de información dolorosa al cerebro, durante un tiempo determinado, desconecta el origen de la información y no sentimos más? Así ante un evento de gran magnitud dolorosa podemos sobrevivir.

Estos conocimientos que pude ordenar gracias a otro de los aliados que te he contado en la Carta Nº1: Arthur Janov , también se pueden ver en el libro de Víctor. El ser humano es capaz de soportar las atrocidades más espeluznantes Incluso a incorporarlas como algo natural en su día a día para que sean menos corrosivas.

Víctor aparte de vivir su dolor de pies llagados hasta sangrar, o el de su estómago que olvidaba con frecuencia lo que era la comida. Que se había acostumbrado a la sensación que se vive ante la muerte de quienes lo acompañaban o al doloroso nudo en la garganta que nace a partir del llanto incontenible de alguien en la oscuridad de la noche, se dedicó a descubrir que es lo que hacía sobrevivir a unas personas y a otras morir.

Le llamo enormemente la atención que algunos hombres corpulentos y fornidos, en comparación con los otros porque en un campo de concentración ser corpulento y fornido nada tiene que ver con la imagen que ahora tú tienes en tu cabeza. Estos hombres morían más rápidamente que otros cuyo cuerpo no era tan agraciado.

¿Cuál era el componente no tan obvio que los hacía sobrevivir? Después de un tiempo de observación y miles de notas que escribía y que no recuerdo bien pero luego perdió, se di cuenta que era un componente mental. ¡Si, si mental! Las personas que sobrevivían ante tan grande barbarie, lo hacían porque tenían pensamientos que los impulsaban a resistir un día más. Algunos pensaban en el momento en que se reencontrarían con su esposa, en el fuerte abrazo que le darían y como saltarían desmesuradamente las lágrimas de sus ojos. Otros pensaban en ese momento de regreso a su acogedora casa y el momento preciso en que junto a su chimenea cerrarían los ojos y descansarían sin temor a que alguien con aires de superioridad interrumpiera la experiencia solo por sentirse celoso de ello. Casi sin darse cuenta Víctor también estaba haciendo lo mismo, puesto que ansiaba que comenzara cada día y que a partir de las experiencias tortuosas que vivían en grupo, pudiera obtener más y más información para seguir construyendo su teoría. Teoría que en este momento quiero agradecer profundamente porque nos ha arrojado a empujones a muchos como yo a la luz de lo conocimientos acerca del fascinante ser humano.

Esa necesidad de expresar su ser lo había llevado a resistir los más grandes dolores físicos y emocionales Incluso a desearlos y en definitiva a sobrevivir a una experiencia que se quedó muy pequeña frente a la gran experiencia de encontrarse a sí mismo. Había encontrado sentido a ser quien era, a esa esencia que se manifestaba en su observación de las personas y su funcionamiento A eso que hace grande a un profesional la PASION y el amor por lo que hace, por que sin duda coincide con lo que ES.

El impulso de escribir ha cesado y aunque me late fuerte el corazón porque siento que se acerca una  despedida Pienso que solo es por ahora.

Te mando un abrazo fuerte, hasta allí donde quiera que tu estés

 

 

 

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